
Turismo como INDUSTRIA
Dinero enfocado al futuro o al presente.
Una revisión histórica
Pasarón ha volcado este último siglo, todos sus recuerdos a la la última parte de su historia, olvidando rebuscar en sus orígenes, en las otras historias. Sus festividades han borrado las anteriores con tan desmedida saña que ya nadie recuerda ni el cómo ni el porqué. Pasó lo mismo muy cerca, n el Piornal, un párroco tras otro arrinconaron al ancestral Jarramplas hasta dejarlo casi como un juego infantil, hasta la hisstoria de que aquel era un ladrón que fué ajusticidao por el pueblo, el bien que triunfa sobre el mal, como la Serrana de la Vera en Garganta, Una mujer mala que purgo su soberbia con la soledad de las montañas.
Pero el Jarramplas ha emergido. Las gentes ahora quieren conocer sus raíces más profundas, no sólo las cristianas, si no las que fueron intencionadamente ahogadas bajo los nuevos preceptos. Y no sólo ha emergido en el Piornal. numerosos ejemplos asoman por toda la provincia y por todo el país. Es lo que ahora la gente demanda, ¿que había antes? ¿Quienes éramos antes de que Roma borrase nuestros genes?
Por Pasarón han pasado todas las culturas, pero me atrevería a pensar que conserva bastante de aquél pueblo vettón que se estableció en el valle, junto al arroyo Godino, de cara a las grandes extensiones de pastos que se extendían hasta el Tietar.
Varios siglos después de luchar par no ser esclavizados, o que aquellos que venían ninguneasen sus costumbres, o que humillasen a las mujeres, sucumbieron pero no se marcharon. Pasarón nunca se ha quedado vacío, sus gentes han asistido a las sucesivas llegadas
La misma cara que me ponen a mí, nueva invasión marciana llegada desde la polis, cuando les intento imbuir de las nuevas tácticas turísticas. Me miran con la cara del que ha visto a tantos pasar por aquí con una verdad, cada uno con la suya, con la cara de quien ya no se cree casi nada. Y digo casi, porque puedo constatar que lo que arraiga lo hace con fuerza. Puede costarles poner un rollo en la plaza del ayuntamiento, pero una vez puesto, eso no hay Dios, ni celta, ni romano, ni cristiano, que lo mueva. Y en esas estamos.
Hoy el pueblo está enfermito. En diminutivo y con cariño, porque da gusto verlo, pero las cifras son tozudas y se conjugan con las palabras malditas: Despoblamiento, abandono y muerte. Las nuevas generaciones buscarán, claro, un futuro mejor fuera de aquí. Aquí ya no va a haber trabajo más que para unos pocos. La pequeña industria agraria no da más de sí y, de momento, no creen ni en milagros ni en otras industrias. No se les puede reprochar, la enfermedad ha calado hasta los huesos y ahora les afecta a ellos y a su fe en un futuro posible. Los jóvenes, y algunos hijos adoptivos, tenemos que luchar por encima de todo eso, incluso sin su ayuda, no ya para nosotros, sino pensando en las generaciones que vienen. No todo esta perdido. Al menos eso creemos en este grupo de trabajo.